La creatividad siempre ha sido el corazón del éxito empresarial. Es indiscutible, aquel que tiene una idea rompedora, una que sorprende y fascina, tiene la materia prima esencial para que su negocio despegue. Ha sido así siempre, pero lo es más si cabe en la actualidad, en un mundo en el que la mecanización y la digitalización ha ido cerrando el cerco de las actividades y las tareas en las que el ser humano puede superar en términos de rendimiento y creación de valor a las máquinas.
La creatividad, la imaginación, es uno de los territorios que aún mantenemos en nuestro poder. En las próximas décadas, esa creatividad no solo será un activo crucial para diferenciarnos de la competencia y prosperar, sino que se convertirá —más que probablemente— en el epicentro sobre el que giren la mayoría de los empleos del futuro: la razón de ser del factor humano en las empresas.
La importancia del método en la dinámica creativa
La importancia del método en la dinámica creativaLa innovación es lo que marca la diferencia, pero a veces no es sencillo despertar al genio creativo que nos ayuda a dar con la tecla. Las musas son caprichosas pero, como apuntaba Picasso, si llegan, que nos pillen trabajando. Generar ideas puede derivar de un proceso espontáneo o fortuito, pero estas también pueden llegar como consecuencia del de la puesta en práctica de una determinada técnica, del apoyo en algún método destinado a mover los hilos de la imaginación para promover que vayan surgiendo nuevos conceptos, se vayan tejiendo nuevas conexiones y se vayan abriendo nuevas puertas en nuestra percepción.
Hemingway decía que una de las claves para tener una jornada de escritura productiva era, literalmente, empezar a escribir cuanto antes. Para ello contaba que solía dejar alguna idea del día anterior en el tintero para empezar al siguiente decididamente. Otros grandes autores hablan de las bondades de establecer una rutina de trabajo. Cada maestrillo tiene su librillo, y estos varían según los sujetos involucrados y los objetivos que se persiguen.
En el ámbito empresarial no es distinto. También existen medios para que la tarea creativa no se nos atragante. En un entorno en el que esta faceta cuenta con una importancia tan vital, merece la pena conocer algunos de los medios que pueden ayudarnos a desatar la creatividad en varios niveles de la organización, a sacar el máximo potencial a las ideas que surjan, y a delimitar los trazos para implementar las innovaciones eficazmente.
Unas cuantas técnicas creativas para sacar ideas adelante
Comencemos por una de las de mayor renombre: la técnica del Brainstorming. Su nombre, «Tormenta de Ideas», es bastante ilustrativo para explicar el concepto. Se trata de una dinámica común entre grupos pequeños y medianos que suele utilizarse sobre todo en las fases iniciales del proceso creativo, y que consiste en el lanzamiento indiscriminado de ideas por parte de los miembros de la sesión, independientemente de la fase de desarrollo en la que estas se encuentren.
La vertiente escrita de esta dinámica lleva el nombre de Brainwriting y funciona de forma similar, aunque dejando constancia por escrito de las ideas que van surgiendo.
El prolífico escritor y psicólogo maltés, Edward de Bono, es un personaje digno de mencionar en este apartado, por un lado porque se trata de un experto en el desarrollo de dinámicas creativas, y por otro, por tratarse de uno de los mayores impulsores del pensamiento lateral (esencial en materia creativa). Sus técnicas creativas de la Provocación y de los Seis Sombreros, se colocan entre dos de las más aptas y populares en el mundo empresarial.
La técnica de la Provocación consiste en la elaboración de frases o ideas que no tengan un sentido claro a priori, ya sea por mezclarse conceptos que suelen estar disociados, o por que la lógica de la construcción es extraña. Con ella logramos abrir nuevas líneas de pensamiento que se salen de las nociones comunes y pueden ayudar a generar ideas originales.
En el caso de los Seis Sombreros hablamos de una metáfora diseñada para abordar una problemática desde diferentes perspectivas o prismas. Cada color corresponde a una de las diferentes visiones:
- El sombrero blanco es el punto de partida.
- El amarillo se posiciona en las ventajas.
- El negro en las desventajas.
- El verde hace una parada en las alternativas.
- El rojo se centra en la parte emocional.
- Por último, el azul controla y dirige.
Tomar el ejemplo de grandes genios y artistas que han ido dejando su huella a lo largo de los tiempos no es una mala idea a la hora de diseñar técnicas que nos ayuden en las dinámicas creativas de una organización. Personajes como Molière, Da Vinci o Walt Disney inspiran algunas técnicas relevantes en este ámbito.
El método de Molière se conoce como la técnica de los «Ojos Limpios». Consiste en invitar a personas externas al proyecto para que aporten opiniones nuevas, que se encuentren libres de influencia o condicionamiento previo.
El truco del genio Italiano Da Vinci se asemeja a la del Mapa Mental del investigador Tony Buzan, y se basa en apoyarse en las técnicas gráficas (dibujos, esquemas, ilustraciones, mapas, garabatos…) para plasmar, asociar y organizar la información que nos vaya surgiendo. Aporta, además, importantes beneficios a la hora de la transmisión o expresión de las ideas.
El objetivo principal del Método Walt Disney es que la realidad y la crítica (necesarias en el proceso de formulación de una idea o estrategia) no obstaculice la ensoñación, que no es otra cosa que el núcleo del proceso creativo. Este método separa las tres ramas: sueños, realidad y crítica con la intención de facilitar que se vuelque todo el contenido creativo primero, antes de pasar a fases de análisis.
Técnicas como la de los Atributos, la técnica SCAMPER, o el Design Thinking son otros ejemplos de métodos que merece la pena investigar y que son bastante utilizados en los entornos comerciales.
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