Cómo hablar en público y vencer tus miedos

Hablar en público
Cómo hablar en público y vencer tus miedos

Hablar en público es una cualidad que puede ayudarnos a subir escalones en nuestra carrera profesional. Por suerte, se trata de una habilidad que se puede perfeccionar. En otras palabras, podemos aprender a ser buenos oradores siguiendo unos cuantos consejos, poniéndole un poco de empeño y, por supuesto, ¡practicando! Si quieres conocer algunas de las pautas para mejorar tu habilidad a la hora de hablar en público, has ido a parar al sitio indicado. ¡Vamos a verlo!

¿Por qué tiene sentido mejorar nuestras habilidades como orador?

El mundo laboral es un entorno cada vez más competitivo, con gente más preparada y dispuesta a poner toda la carne en el asador para labrarse un futuro de éxito. En este contexto, es importante adquirir las capacidades necesarias para sobresalir, diferenciarse y aportar un valor añadido con respecto al resto de aspirantes. Ser un buen orador y saber comunicarse de forma en público de forma clara, precisa y segura, es una cualidad muy valorada que puede marcar la diferencia entre un candidato y otro. 

Consejos para aprender a hablar en público

Vence tus miedos

Ponemos este consejo en primer lugar porque, al fin y al cabo, es a lo que se reduce todo. El miedo es el peor enemigo de cualquiera que quiera ponerse frente a un grupo de personas y comunicar algo. Superarlo o sobreponerse a él no se consigue de la noche a la mañana. De hecho, incluso después de muchas charlas, siempre podremos tener algo de “revoltijo” en el estómago antes de ponernos bajos los focos. La clave está en aprender a disfrutar de esa sensación, tomárselo como un juego divertido y quitarle hierro a la posibilidad de errar o de equivocarnos. En definitiva, ¡perder el miedo al fracaso! Hay que recordar que lo que no nos sale bien nos sirve para aprender y hacerlo mejor a la siguiente. Nada es definitivo, así que, ¡sal a la palestra sin miedo!

Fortalece tu confianza

Va en la línea del primer consejo, y nos ayudará a enraizarnos en nuestra puesta en escena. Para fortalecer nuestra confianza será imprescindible llevar bien preparada nuestra presentación o nuestro discurso. ¡Pero ojo, esto no quiere decir que todo tenga que estar diseñado al milímetro! Eso puede ser contraproducente. Una de las claves del buen orador está en encontrar el equilibrio entre seguir el guión establecido y dejar espacio a la improvisación y la espontaneidad. ¡Ten claro lo que quieres contar, pero no te conviertas en un robot!

La forma importa

El contenido de lo que estemos contando es esencial para cautivar al público, pero también lo es la forma que le damos a nuestro discurso. Por mucho que estemos hablando de algo interesante, la atención y el entusiasmo de la gente no durará para siempre. Aquí, como en casi todo: “lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Cuanto más claro, directo, y preciso seas a la hora de transmitir el mensaje, más hondo calará. Para ello es muy importante hacer un uso adecuado del lenguaje, estructurar bien las partes de nuestra presentación y aprovechar el tiempo que dura la concentración de la gente. ¡Ah! Y aunque parezca paradójico, hay una herramienta imprescindible que no puedes pasar por alto si quieres aprender a hablar en público: el silencio. Utilízalo para crear tensión, enfatizar ideas y dividir secciones. ¡Es un gran aliado, te lo aseguramos!

¿Cómo te mueves?

Aquí está otro de los aspectos clave para conectar con el público. Cada una de las personas de la audiencia tiene que sentir que estás hablando con ella. Utiliza tu cuerpo para convencerles, tu mirada para atraer su atención y tu voz para engancharlos. En este punto no podemos dejar de enfatizar la importancia del contacto visual directo con los miembros del público. Aunque pueda resultar difícil al principio, si miras a los ojos a tu audiencia, habrás dado el primer paso para tenerles en la palma de tu mano.

El poder de la emoción

Para cerrar esta lista de consejos no podemos olvidarnos del poder de la emoción como vehículo para la transmisión de ideas. Aquí está el objetivo último de cualquier comunicador: conectar con la emoción de quién le ve y le escucha. Aprovechar facetas como, por ejemplo, el humor o la ironía en nuestra oratoria nos aportará un canal directo con la audiencia, y además hará que nuestra intervención sea mucho más amena, ligera y agradable. De modo que, recuerda, ¡conseguir que tu público se ría o se emocione es la prueba definitiva de que te has convertido en un orador experto!

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